El Ministro como Director del Culto

Autor: Pastor Juan Sanabria


La Palabra de Dios enseña que los presbíteros (o ancianos) están al frente de la obra de Dios para dirigirla o gobernarla.

“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.” (1 Tim 5.17).

“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan” (1 Ts 5.12).

Aquí la palabra “gobiernan” en griego es proestôten y “presiden” es proistaménous, provenientes a su vez del fonema proistemi que se traduce literalmente como “estar de pie al frente”. Con esto se da a entender que la dirección del culto no la puede tomar cualquier hermano sino aquellos que gobiernan y preferentemente los que se dedican a esta tarea trabajando en la predicación y la enseñanza. Hay dos extremos a evitar dentro del culto cristiano en relación a su dirección en cuanto al servicio se refiere, a saber:


1. Que cualquier hermano/a presida la reunión.
Esto es antibíblico, ajeno a lo que enseñan Las Escrituras pues solo los ministros en su función de dirigentes están legitimados por Dios para dicha tarea.


2. Que nadie presida la reunión.
Es el lado opuesto del anterior. En algunas iglesias el misticismo, más que espiritualidad, es tal, que piensan que Cristo está presente dirigiendo la reunión a expensas de las personas que Él mismo estableció para dicha tarea. Por esta causa en su liturgia no es extraño ver el púlpito vacío sin haber un ministro que oficie el culto a Dios como su representante.


3. El modelo bíblico.
Por tanto, lo que enseñan las Escrituras es que, según se adoptó de la costumbre de las sinagogas, sean los ancianos-maestros, también llamados pastores-maestros (Ef 4.11) los que tomen dicha tarea.

Un ejemplo seguido por los cristianos en base al modelo de las sinagogas judías lo podemos ver en el libro de Hechos, donde los ancianos dan lugar a otros maestros para que compartan la Palabra de Dios.

“Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén. Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron. Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.” (Hch 13.13-15).

En este texto vemos a los principales de la sinagoga (ancianos) dándole la parte a Pablo para que hablara las Escrituras, reconociendo en él a ese gran rabino que había sido discípulo de Gamaliel.

En lo que respecta a los cantos, y siendo que nadie actúa para la iglesia sino que todos cantan hacia Dios, el Ministro solo está al frente como quien preside la reunión pero el canto es congregacional, toda la iglesia canta, no hay artistas ni espectadores sino una iglesia que canta unánime a Dios bajo la dirección del siervo que el Señor ha puesto al frente de Su Casa.