El Ministro de Culto, mayordomo de Dios

Autor: Pastor Juan Sanabria


Ya explicado el asunto de que quien no ha sido llamado por Dios para hablar Su Palabra no debe hablarla paso a explicar de manera sencilla la función del Ministro de culto o Ministro de la Palabra.

El apóstol Pablo dice que los ministros de Dios son administradores o mayordomos sobre la casa de Dios.

“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios.” (1 Co 4.1).

“Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios…” (Tit 1.7).

En ambos textos la palabra administrador aparecen en el texto griego bajo el fonema “oikonomos”. Esta es una palabra compuesta por oikos que significa “casa”, y nomos que significa “ley”, con lo que se da a entender que el Ministro es la persona puesta por Dios para que se aplique la ley en su casa, es quien pone las normas y la gobierna por delegación divina. La versión latinizada del término es “mayordomo”, también una palabra compuesta por maior que significa “mayor” y “domo” de donde viene la palabra “doméstico” y que significa “casa”. Con este adjetivo se identifica al Ministro como “el mayor de la casa” y por tanto responsable de la misma en ausencia de su señor.

Sobre esto habla nuestro Señor en la parábola de los dos mayordomos, donde uno es fiel y otro es infiel (Mt 24.45-51). En esta parábola vemos cómo el Señor pone a un mayordomo al frente de su casa, no solo para gobernarla sino para alimentar a los que en ella habitan. Estos también sirven al Señor pero solo el mayordomo es encargado de impartir el alimento, con lo cual se da una clara referencia a la iglesia y a sus ministros cuya responsabilidad es alimentarles con la Palabra de Dios. Nadie fuera de ellos están legitimados para hacer dicha tarea. Esto También lo vemos en el milagro de la multiplicación de los panes y los peces cuando Jesús les dice a sus apóstoles “dadles vosotros de comer”.

“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?” (Mt 24.45).

Esta parábola nos habla de las características principales de este siervo: “fiel y prudente”. Esto coincide con lo dicho por san Pablo en 1 Co 4.1 donde el administrador debe ser fiel. Primeramente fiel a su Señor y a su Palabra, fiel a su esposa, fiel a la iglesia, en resumen, fiel en todo. Y además debe ser prudente o sabio para administrar los bienes encargados por su Señor.

Cristo habla del siervo como alguien puesto “sobre su casa”, lo cual indica un plus de autoridad sobre sus demás consiervos que están junto con él en la misma casa. Aquí “sobre” quiere decir por encima, el que gobierna.

Y en tercer lugar nos habla de su tarea: “para que les dé el alimento a tiempo”. Les corresponde a los ministros de Dios alimentar al rebaño de Dios con los verdes pastos de su Palabra. Esto fue lo que el Señor le encomendó al apóstol Pedro después de haberle restaurado de su pecado cuando le negó tres veces.

“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.” (Jn 21.15-17).

El pastoreo no consiste en otra cosa más que en guiar al pueblo de Dios y alimentarles con su Palabra, y esto, tanto a los corderos, los niños de la iglesia, como a las ovejas, los que ya son adultos. Los pastores deben supervisar el alimento que otros consiervos, como agentes de la pastoral, están impartiendo al rebaño de Dios (me refiero a maestros de escuelas bíblicas). Si los pastos están envenenados será responsabilidad del mayordomo que las ovejas estén raquíticas, enfermas o moribundas, por las cuales tendrá que dar cuentas a Aquel que las compró con Su propia sangre.