Confesando nuestra Fe

Autor: Pastor Juan Sanabria

Uno de los ingredientes del culto cristiano desde sus comienzos fue el hacer confesión pública de la fe que profesaban. Ya en la sinagoga hebrea existía la costumbre de recitar cada día de reposo el Shemá.

La palabra Shemá es de procedencia hebrea y significa “escucha”. Se le llama así porque está basada en la confesión de fe hebrea en la creencia en un solo Dios y donde se le exhorta al pueblo a “escuchar”. Este pasaje se encuentra en Deuteronomio 6.4-9 que cita como sigue:

“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”

A través de estas palabras, mandadas por Dios mismo, Israel debía recordar que tenía un solo Dios y que así lo confesaba a todo el que le oyere. Además es instructivo porque en dicha confesión se exhorta al pueblo a amar a este único Dios verdadero con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.

Todo buen judío tenía por costumbre, y aún lo siguen practicando, el recitar el Shemá cuando se levanta y cuando se acuesta y, congregacionalmente, en la sinagoga cada día de reposo. También cuando van a morir, y si está en sus posibilidades, estas son las últimas palabras que salen de sus labios y si no pudieren hacerlo lo hace algún familiar o algún rabino.

Siendo la iglesia cristiana estructurada bajo las mismas costumbres de la sinagoga hebrea, consideraron que también ellos debían tener una confesión de fe bajo los postulados de las doctrinas básicas del cristianismo. Así, desde los primeros siglos, elaboraron el conocido Símbolo Apostólico, que vendría a suplantar el Shemá judío. Este símbolo fue conocido también como el Credo de los Apóstoles y, aunque parece que no fueron elaborados directamente por ellos (aunque algunos creen que sí), fueron elaborados conforme a las enseñanzas principales por ellos transmitidas.

Ya desde el s.I y II dicho Credo aparece, no solo en el momento de administrar el sacramento del Bautismo, sino que era recitado por toda la comunidad en el día de reposo, hasta que fue plenamente aceptado por el primer concilio de Nicea.

Este Credo fue y es de bastante utilidad porque, al no haber escritos al alcance de todos, se convirtió en una transmisión oral de las verdades fundamentales de la fe cristiana y por ello entró a ser parte de la liturgia cristiana. Tal es así que, quien no creyera dicho Símbolo, era considerado como hereje.

Los diferentes propósitos con que fueron elaborados los Credos cristianos universales fueron:

1) Confesar con sus labios lo que creían en su corazón, lo cual era una forma de confirmar su salvación y que abrazaban con fe lo que confesaban (Ro 10.8-10).

2) Mantener el principio divino de repetir las verdades de la fe como en su momento lo hicieran los judíos con el Shemá. Esto serviría de testimonio para todos los que los escucharan y para que los creyentes guardaran las palabras en sus corazones.

3) Demostrar con las verdades expuestas que se oponían unánimemente a todo lo que viniese en contra de dicha doctrina. En aquel entonces los gnósticos y los arrianos, entre otros, hacían estragos en la iglesia pero esta confesión les mantenía unidos en una misma enseñanza. Para ellos era una manera de contender por la fe que había sido transmitida a los santos (Jd 3).

En cuanto al pensamiento de los gnósticos sobre Cristo, la enciclopedia libre Wikipedia comenta:

  • Siendo la materia el anclaje y origen del mal, no es concebible que Jesucristo pudiera ser un ser divino y asociarse a un cuerpo material a la vez, puesto que la materia es contaminadora. Por esa razón surge la doctrina del Cuerpo aparente de Cristo, según la cual la Divinidad no pudo venir en carne sino que vino en espíritu mostrando a los hombres un cuerpo aparentemente material (docetismo). Otras corrientes sostienen que Jesucristo fue un hombre vulgar que en la época de su ministerio fue levantado, adoptado por una fuerza divina (adopcionismo). Otras doctrinas afirman que la verdadera misión de Cristo era transmitir a los espíritus humanos el principio del autoconocimiento que permitía que las almas se salvaran por sí mismas al liberarse de la materia. Otras enseñanzas proponían incluso que Jesús no era un ser divino.

Como podemos observar al apóstol Juan no se le escapó detalle sobre esta amenaza que se cernía sobre la Iglesia y en advertencia a los cristianos escribe:

“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.” (1 Jn 4.2-3).

Esta doctrina apostólica aparece en el Credo y es una tremenda bomba para aquellos herejes que niegan la encarnación del Hijo de Dios o su Deidad. Por eso, el Símbolo Apostólico declara:

Creo en Jesucristo, Su Único Hijo, nuestro Señor, quien fue concebido por el Espíritu Santo.

Esto es un verdadero mazazo contra los gnósticos. También lo fue para los Docetas, que creían que Jesús solo tenía una “apariencia” física pero que nunca se hizo carne ya que para ellos la materia (el cuerpo) es malo. También combate la herejía arriana, que pensaban que Jesús era una creación de Dios pero no Dios hecho hombre, como también opinan los Testigos de Jehová, y también contra los Unitarios, ya que el Credo tiene un enfoque Trino sobre la Deidad al decir en cada apartado:

a. Creo en Dios Padre
b. Creo en Jesucristo su Único Hijo, nuestro Señor y
c. Creo en el Espíritu Santo

4) Transmitir a sus hijos y a los neófitos las bases de la doctrina cristiana. Esto lo hacían cada día de reposo cuando todos juntos citaban las palabras que contienen dicho símbolo. En ningún caso se trataría de “una vana repetición” ya que el Credo no va dirigido a Dios ni es un rezo sino un breve y didáctico manual de confesión sobre las doctrinas básicas de la fe. Así que, al igual que lo hicieran los judíos en la sinagoga, lo hacían y hacen los cristianos (no todos) en la congregación[1], para que a través de la repetición quede grabada en nuestros corazones según aparece en Deuteronomio 6.7.

Este Credo hace énfasis en un solo Dios, un solo Señor que se humanó y nació por obra del Espíritu Santo para entregar su vida por nosotros, que fue sepultado y resucitó para nuestra salvación y que, al estar sentado a la derecha de la Majestad junto al Padre, reina sobre todas las cosas, y que vendrá de nuevo para juzgar a todos los seres humanos, vivos y muertos. Confiesa, junto al Padre y al Hijo, al Espíritu Santo, haciendo así un enfoque trinitario de la Deidad. Confiesa a una sola iglesia universal en la que más allá de los límites de Israel entran gentes de toda raza, lengua, tribu y nación en una misma comunión. Confiesa la remisión de pecados en Cristo, la resurrección de los muertos y la vida eterna de todos los creyentes.

  • Este es el Credo Apostólico:

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra.

Creo en Jesucristo, Su Único Hijo, nuestro Señor, quien fue concebido por el Espíritu Santo. Nació de la virgen María; padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió al infierno y al tercer día resucitó de entre los muertos. Ascendió al cielo, y se sentó a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Universal [2] , la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo, y la vida eterna. AMEN.


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[1] Aunque no todos los cristianos lo utilizan en su Culto a Dios, sí es cierto que todos los cristianos creen en su contenido.
[2] Algunos ponen católica, no haciendo referencia a la Iglesia de Roma sino porque lo mantienen en su lengua original griega que, como traducimos al castellano, significa universal.